Querido y estúpido blog:
“El chico que más veces lo intentó y nunca lo logró”. No tengo vergüenza alguna en decirlo. Un poco de amargura, puede que sí. Pero en esta vida me ha tocado aprender a las malas a soportar el dolor y las decepciones. Seré recordado así por mucha, mucha gente. Y todo por mi tenacidad convertida en seria obstinación por conseguir lo que me propongo. Esta estúpida terquedad es como una fiebre y no puedo estar en paz hasta hacer algo al respecto. Por supuesto, muchas de las veces, por no decirte todas, las echo a perder.
Te brindo un ejemplo: mis tentativas de ingresar a radio Disney. Cuántas veces no fui a esas oficinas a mendigar trabajo. Digo mendigar, porque es la verdad, mi karma consiste en mendigar favores, propuestas, contactos, personas, etc. Yo lo veo así. Estar dentro de un círculo social para llevarse bien con sutano y mengano, significa ser un buen relacionista público, un buen diplomático, el popular, tener don de gentes, ser carismático, etc. Bonitos nombres para la misma guevada de siempre: ser lambón, hipócrita muchas de las veces, humillarse otras, guardarse los comentarios y poner sonrisitas falsas para quedar bien ante todos. A la mierda, eso no va conmigo, pues. Traté, sí, querido y estúpido blog, lo admito, traté de fingir, sí, eso es lo que es, fingir para estar dentro de un círculo social, donde hay más buitres que santas palomas. Traté de figurar, de relacionarme, con tal de descollar, de no quedarme fuera de las mejores oportunidades laborales o favores profesionales.
Simplemente dejé la careta. Lo mío no es llevar un disfraz. Soy así, simplemente, huraño y ermitaño, y por eso he de quedar relegado. Conmigo no va eso de que: “hay que ser bien llevado, pues nunca se sabe de quién uno pueda necesitar”. Conmigo no cuenten para eso.
Quizá por eso deba de una u otra forma mendigar citas, entrevistas de trabajo, hacer la cola para cualquier trámite en instituciones, porque como carezco de “padrinos” o compadrazgos. Mas bien compadrazgos, ya a mi edad. Ja, ja. Yo mismo me río de lo que acabo de decirte. No soy compadre de nadie, a mis treinta años, qué tal, ¿hace falta decirte más? No creo, pero si insistes, querido y estúpido blog, que eso quiere decir que soy ya un colmo de la mediocridad para la sociedad. ¿Lo entiendes? No soy nada, excepto, claro está, un DON NADIE.
Pero, despreocúpate, querido y estúpido blog, que esta certidumbre que me la has arrancado no me afecta en nada. La reconozco pero no me lastima. Es mi verdad, ¿por qué habría de negártela? Hay paz en esta aceptación.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario