sábado, 7 de marzo de 2009

Cuando quise pertenecer a un grupo.

Querido y estúpido blog:

Te voy a confesar que también incurrí en ese pecado. Querer pertenecer a un grupo, asociación, sociedad, es un deseo tan fuerte en los humanos, algo innato desde las épocas en las que aun no conocíamos qué diablos era el fuego.
También yo, sí, sí, quise verme reflejado en otros, sentirme unido a un todo y que ese todo tuviera mucho que ver conmigo.
Fue en aquel período de mi vida que te he contado, en el que estuve anonadado por la incertidumbre de mi propio existir. Mi intención fue nada más que pertenecer a algo que ocupe mi mente, y amigos -de los verdaderos que hoy sé que no existen- que puedan servirme de apoyo moral y espiritual. Percibes en mis palabras, querido y estúpido blog, pues sé que no eres tonto, cuán necesitado de emociones estaba y puedes adivinar cuán deprimido, frustrado, traicionado y descorazonado de fe estuve por aquellos negros días.
Aun con las dudas que aun tengo de ciertos dogmas católicos, llegué al sitio -or invitación de un sacerdote, donde supuestamente se íba a formar un grupo católico de universitarios con Johanna (a quien conocí ese mismo día).
Con ella nos llevamos un fiasco. Los chicos congregados eran los típicos colegiales y ex-colegiales sin mayores planes de tomarse en serio la vida, y con idéntico fin que el mío secreto: pertenecer a algo mientras ocurría algo trascendental en sus vidas. La diferencia conmigo estaba, claro, en que yo ya había intentado "trascender" y tratar de descollar en el mundillo de la sociedad y había fracasado. Ellos en cambio estaban en pañales y lo veían todo fácil. No me sentí cómodo en sus charlas y pensamientos, así que concluímos con la Johanna en acudir hacia la Fraternidad guadalupana, donde la hermana Violeta gobernaba a sus chicos con mano dura y disciplinada espiritualidad. Enterarme que tal hermana era además sicóloga me llenó de curiosidad, lo admito, y se me hizo la idea de que en tal grupo me hallaría en mi elemento. Me dije para mí que al fin hallaría mi sitio entre los humanos. La cita para acudir allá era el próximo domingo y comprenderás la impaciencia mía porque llegue ese día.

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