Hay tanto de qué hablar, que no sé por dónde empiezo, querido y estupidísimo blog.
Después de haberte tenido abandonado vuelvo a ti. Espero que me recibas querendón, tanto como yo a ti vuelvo.
Te cuento, te cuento y re que te cuento que lo que me ha chocado en estos días es descubrir cada vez más notoriamente la falta de cortesía y educación de las gentes. Fíjate que para dirigirme a mi trabajo en el centro, luego de salir del suburbio oeste donde esta mi mansión, je,je, debo subir al piso 10 en el ascensor rápidamente en medio del calor sofocante de estos días de invierno. ¿Novedad que sólo aquí en Guayaquil y en mi Ecuador el invierno sea todo lo contrario que en otras partes del mundo? Pues dónde es que andabas metido, estúpido y querido blog, que no sabías que así mismito se la pasa aquí…. Pero bueno, no nos vayamos por la tangente, te voy a hablar de la descortesía de la que me percato cada vez que subo y bajo del ascensor.
Ocurre que de pronto el ascensor para, se abren las puertas y aparece alguien diciendo: “¿sube o baja?”, así, sin darte tiempo a nada. Pienso yo que lo normal sería anteponer un “buenas tardes”, ¿no te parece? Pero no, la gente te lanza esa pregunta, como si fuera obligación responderles de inmediato. ¿Es que soy ascensorista a sueldo? Creo que ni a quien trabajase en tal rol se le debería faltar el respeto tratándolo como una simple máquina. A esta gente, de toda condición social, pero más encontrada en las de élite te cuento, debería tal ascensorista –en caso de que lo hubiera-, hacer como yo me lo imagino con toda justicia: aplastar el botón para cerrar las puertas del ascensor y que se quedara atrapada la lengua maleducada. Es lo justo, ¿no crees?
Las veces que a mí me ha pasado esto lo que yo he hecho, evadiendo esa cruel intención, es mirar fijamente a la persona maleducada y decir irónicamente: buenas tardes, voy de subida (o de bajada, según me ha pasado). Ahí como que entienden el mensaje para la próxima.
sábado, 28 de marzo de 2009
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